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117 Años de música navideña:
"Los Chíngueles".

Fue un 1906. Un otoño y un invierno de aquel año, donde tras la larga jornada de la cosecha veraniega, la siembra del cereal por “el San Miguel”, y la matanza por “San Martín”, las gentes de Pobladura vivían días más tranquilos, de mayor descanso; días, en que más que alimentar el cuerpo para reponer en fuerzas, también era necesario alimentar el alma y el espíritu, porque en épocas difíciles buena es la música.

 

Aquí, en escena, entra el primero Don Moisés Pintado, párroco que había llegado al pueblo un 1897, con 30 años de edad y la ilusión de inculcar nuevos valores a sus fieles, decide poner sobre la mesa un proyecto al que no tardará en conseguir apoyos.

 

Aquel invierno de hace más de 11 décadas , Rafael Fernández “Rafaelico” y el gaitero de la localidad, Baltasar Vaquero, entre otros, junto con Don Moisés Pintado, comenzaron a dar letra y tonalidad a las músicas navideñas que unidos al instrumental, fue la primera navidad que el pueblo presenció su celebración junto a “Los Chíngueles”.

La palabra “Chingueles” es una referencia onomatopéyica al conjunto de instrumentos que acompaña a la gaita y tamboril en los villancicos que se cantan en Pobladura los días de Navidad, Año Nuevo y Reyes. Un conjunto encabezado por la Gaita y  acompañado de la percusión del tamboril, pandereta, conchas, castañuelas, triángulo… Y que tan sólo en Pobladura se reúne con la prima esencia transmitida de generación a generación entre los habitantes de la localidad. De aquí, que solo en este lugar se denomine como “Chíngueles” a este conjunto.

Década tras década, gaiteros y párrocos junto con las gentes del pueblo han preservado estas canciones que desde aquel 1906 siguen en el corazón de todo el pueblo.

 

Personas ilustres del pueblo como los gaiteros Enrique Lorenzo, Pedro vega, Francisco Matellán, y José Pérez padre e Hijo, entre otros, fueron los responsables de que ahora mantengamos esta gran herencia.

 

Desde muy pequeños, somos sus gentes instruidas en el valor de estas letras, la capacidad de recordarnos nuestras antiguas navidades, el sentimiento que provoca, al encontrarse un año más con esa música. Y quizá por eso hayan llegado hasta nuestros días,  por esa bonita forma que tienen de emocionarnos y celebrar nuestras fiestas.

Foto de la celebración del centenario (Año2006)
El grupo de los "chíngueles" una navidad del siglo XX

Un 25 de diciembre que los esperamos con las manos abiertas, y el pulmón lleno de aire renovado para cantar. Un 1 de Enero que nos juntamos con los mejores deseos para el año cantando como nuestros padres y abuelos nos enseñaron. Y un 6 de enero, que casi con tristeza despedimos los “chíngueles” hasta el año próximo, eso sí, antes de hacerlo siempre nos queda un “bis” en memoria de todos aquellos que desde la navidad de 1906 hasta el presente hicieron eso posible, y junto a ellos, estén donde estén rememoramos su labor con una flor y un último villancico, con el, que como dice la letra, van a Jesús.

Con un propósito de mantener esta costumbre tan especial, la emoción que provoca poder recibir esta gran herencia, poder volver a escuchar de nuevo otro año “Los Chíngueles”, hacen cierta cada año la necesidad de volver a casa por Navidad.

 

Texto: J.S.

El documental:

11 décadas de música religiosa.

Los valores inculcados desde la infancia, la formación y el lugar donde convives, donde creces y desarrollas tus primeros años de vida, hacen que te definas como persona y como ser, con unas determinadas características. Y ciertos momentos de esos primeros años, te crean unos recuerdos especiales y que continuarán en tu memoria durante toda tu vida.

Para los habitantes de Pobladura, esto, entre otras cosas, se plasma en “los chíngueles”. Pues el conjunto instrumental que acompaña a los villancicos de las celebraciones religiosas del pueblo, se presencia desde los primeros años de su vida, hasta su triste final. Y probablemente en ese tramo, al menos una vez en su existencia, formen parte de ese conjunto.

Haciendo referencia a la historia, unas navidades de 1906 a 1907, el conjunto, encabezado por el párroco D. Moisés Pintado, puso sus pies en la iglesia de Pobladura por primera vez. Y lo hizo dirigido en primer lugar por la gaita, un instrumento que durante décadas fue elegido por el pueblo para las celebraciones profanas y propias de las fiestas del lugar, y que a su pesar, tuvo prohibida la entrada en los recintos sagrados durante años.

El añadir la gaita a las celebraciones religiosas hace aparecer en el folclore varias tonadas solo dirigidas por este instrumento como son los toques de “alzar y gloria”, reservados para partes concretas de la misa.

Este conjunto supone un hito en la historia del pueblo en lo que a música se refiere, pues el párroco del lugar, permite la entrada de un gran grupo instrumental. Y lo hace apoyado de las gentes del pueblo, y quizá de los más influyentes. Pues en la localidad  han sucedido una serie de acontecimientos nefastos en los que la población se siente débil y desquebrajada, y la música y la fe pueden ser las estrategias escogidas por los promotores para llegar a unir de nuevo al pueblo.

Junto al párroco, el gaitero Baltasar Vaquero, con ayuda de Pedro Vega y el Sacristán Rafael Fernández, probablemente con ayuda de otros sacristanes como Andrés Bazal, Santos Vega o Marcelino Pérez, personas también influyentes en la localidad. Ellos son los que durante el año 1906 comienzan a constituir las tonadas y letras de esas canciones, muchos de ellas existentes ya y cantadas por las gentes de Pobladura, pues partes de sus letras aparecen en villancicos de toda la geografía castellana.

 

A ellos y a la gaita, fueron añadiendo el acompañamiento instrumental formado por tambor, triángulos, castañuelas, conchas, almirez, botella de anís y guadaña, entre otras. Este gran conjunto, sabiamente dirigido hizo que esa navidad cambiase la forma de celebrar las pascuas.

Desde entonces el vínculo de estas tonadas con los habitantes de Pobladura ha sido fuerte, y su historia ha pasado generación tras generación entre las familias del lugar, haciendo que durante 11 décadas no quede navidad sin oír el sonido de “los chíngueles”.

Un amplio repertorio que ha conseguido concentrar a más de un centenar de personas, sabiendo con el paso del tiempo mantener esta costumbre que nació un invierno de hace 110 años en Pobladura de Aliste.

Un patrimonio cultural que las personas del pueblo han transmitido hasta la época actual definiendo una forma de ser y sentir la Navidad. Y que en el año 2006, la Asociación Cultural “Aires de Aliste” en la celebración del centenario del conjunto, decidió incluir como una de las costumbres a mantener y difundir, añadiendo en su archivo gran variedad documental en lo que a “los chíngueles” se refiere.

Para Pobladura y sus habitantes, el valor cultural y sentimental que aporta este conjunto hace que año tras año sea necesario volver a casa para escuchar de nuevo la música de navidad.

J.S.

Curiosidades:

Los dos niños:

Una de las curiosidades relacionadas con las fechas navideñas es la de los dos niños Jesús de la Iglesia.

El principal y más antiguo, aproximadamente de unos 130 años, fue donado junto a la imagen de Jesús resucitado, y el pueblo de Pobladura le tiene un gran aprecio, a demás de tratarse de una figura muy tierna y labrada.

El segundo, de una anatomía y forma muy parecida a los que actualmente nos encontramos en venta, llegó unos 50 años después. Y su historia es diferente:

Los “Chíngueles” visitaban la iglesia cinco veces para celebrar las pascuas; en la misa de gallo, la de navidad, año nuevo, reyes, y la “despedida” o rosario del día reyes por la tarde. Las adoraciones del niño eran masivas, pues entre los villancicos y sones de los instrumentos, todos acudían a besar los pies. Al finalizar las fiestas, se hacía recuento de los donativos ofrecidos por los fieles, y en justas partes se repartía en las personas del pueblo con menos recursos. De una de estas personas, con gran pasión y agradecimiento, decidió agradecer esta obra de caridad regalando una nueva figura del niño Jesús a la iglesia.

Desde entonces, todas las navidades si visitan la iglesia de Pobladura de Aliste, pueden encontrarse dos figuras del niño Jesús y ambas son igual de apreciadas.

El "Vamos a Jesús":

El villancico de "Vamos  Jesús" es uno de los más importantes en el repertorio de "los Chíngueles" y uno de los elegidos para el desfile al finalizar la misa y adorar al niño por el conjunto instrumental, además de el elegido para homenajear el último día a todos los que ya no están con nosotros y alguna vez participaron en la música navideña. Se trata de una interpretación únicamente instrumental.

Pues este villancico, su letra y canción tiene un origen militar,  y en sus versos se puede leer "vamos a luchar" y "en Jesús tenemos nuestro general". 

con esto podemos demostrar la influencia de la Guerra de Cuba en el pueblo, y de uno de los motivos por los que el párroco D. Moisés intentó crear este conjunto, ya que se trata de uno de los que se conservan desde 1906.

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